Procedente de la otra parte del mundo, de latinoamérica, donde se baila y se vive de otra manera, nos llega el Ají Argentino para dar un picor y punto especial sobre todo, a nuestras carnes.
Un pequeño alimento que a su vez, da tanto. La responsable es la capsaicina, que la encontramos en su interior hueco, pegada a sus vainas que atraviesan todo el fruto y de la que emanan las semillas. Tanto, que hay incluso niveles de picor “oficialmente registrados” y que dependiendo de la clase de Ají, podemos recibir un mayor o menor impacto picante. El Ají Argentino es “tolerable” y sólo dependerá de ti y de lo que quieras incluir en tu plato.
Además de por su sabor “para valientes”, el ají argentino nos tiene loquitos, literalmente, porque…
– Reduce las posibilidades de padecer cáncer, enfermedades coronarias y diabetes, sobre todo en personas de edad avanzada.
– Disminuye las opciones de sufrir trombos sanguíneos.
– Rico en vitaminas: C, E, A, B1, B2, B3, B6.
– Es perfecto para descongestionar el sistema respiratorio… De ahí que cuando comemos picante, pica pero limpia.
– Potente antiséptico y bactericida: ideal para dolencias de oídos y muelas.
– Abre y estimula el apetito.
– Anestésico natural: disminuye el dolor de al irritar tejidos y aumentar la sangre que llega a la zona.
– Afrodisíaco… Estimulante sexual.
– Ayuda a la formación de colágeno, dientes y huesos.
Y así unos cuantos beneficios más que podríamos seguir enumerando. El Ají Argentino ayuda a tu organismo, le pone sabor a tu vida y te echa un pulso muy saludable… Un poquito de riesgo culinario siempre es divertido y ni que decir tiene, lo especial que hará tus platos.
*Como siempre, consúmelo con precaución. 2 – 3 veces a la semana y según tú mismo puedas aguantar.