Pequeñas, intensas y únicas… Así son las semillas de Sésamo Blanco o Shirogoma.
Muy de moda ahora gracias a la cocina japonesa, el Sésamo Blanco lleva en nuestras vidas mucho mucho tiempo. De hecho, de todas las opciones de sésamo, son las que más conocemos y siempre hemos estado incluyendo en nuestros platos. Al igual que las negras, también las habrás visto en manos de nuestras abuelas para incluirlas en sus dulces más típicos. Tienen un sabor suave y son realmente beneficiosas para el organismo. El 50% de su peso, su mitad, es aceite con lo que estimula la digestión, lo que comienza a sonar muy bien.
Además de apta, es perfecta e ideal para tus recetas de horneados (panes, bollos, etc…), nos encandila porque:
– Es rica en proteína vegetal.
– La diabetes y estas semillas no son nada amigas: el sésamo combate el nivel de glucemia en sangre.
– Por su aporte de magnesio, controla y reduce la presión arterial.
– Gracias a la tiamina y triptófano, un calmante natural que ayuda a producir serotonina, benéfica a los estados de ánimo relajados y ayuda a dormir profundamente.
– Previene las arrugas y cuida de nuestra piel haciéndonos sentir más joven… ¿Será por esto que los japoneses la aman tanto?
– Limpia el hígado y con ello, previene las enfermedades oculares (según la medicina asiática, el hígado y los ojos tienen una relación muy estrecha).
Así podríamos seguir y seguir hasta el infinito porque el Shirogoma o Sésamo Blanco es una fuente impresionante de beneficios para nuestro organismo.